Iba detrás de una liebre del Cabo (Lepus capensis) sin
demasiado interés hasta que finalmente ésta escapó. Quizás estuviera algo aburrido. Quizás
estuviera saciado ya que una mácula carmesí en el pecho le delataba.
Sin duda, fue lo mejor de aquel día en el que nos adentramos
en el cráter de Ngorongoro. Me atrevo a decir que con él vivimos el rato más
apasionante de todo nuestro safari.
Elegante, vigilante, presuntuoso, juguetón. Ahora me tumbo y
me relamo; ahora me paseo, al acecho, a la vera de un cráneo de elefante (Loxodonta africana).
Si los leones (Panthera
leo) que habíamos visto un rato antes eran los reyes de la caldera, él debía
ser el príncipe.
Distinguido trono tienen en nuestra memoria el recuerdo de
aquel guepardo (Acinonyx jubatus).
2 comentarios:
que animal más elegante!!! la antítesis de la hienas del anterior post... madre mía lo que tenías guardado... ahora comprendo el tiempo que te llevó seleccionar y ordenar todas las fotos que te tragiste de África...
¿cual será el siguiente post? ya lo estoy esperando con intriga...
un abrazo
Miguelón,
Muchas gracias por tu comentario, jeje. Pronto varios posts de Serengeti verán la luz...
Un abrazo.
Marco
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