30 abril 2013

La vuelta de tuerca de Paqui y sus hermanas "novicidas"

Si hace unas semanas charlábamos con Vibrio cholerae de los elementos CRISPRs y Cas presentes en algunas bacterias y arqueas, hoy tenemos el disgusto de entrevistar a Francisella novicida.

Marco: Buenas tardes, Francisella.

Francisella novicida: Buenas tardes y, por favor, llámame Paqui.

M: Paqui, hace unos días has sido noticia…

Fno: Ay sí, estoy superentusiasmada.

M: Hace unas semanas hablamos con Vibrio y se mostró muy negativa…

Fno: Ay sí, la pobre no sabe vivir la vida.

M: ¿Tú sí?

Fno: Por supuesto, jajaja. ¡Carpe diem!

M: Paqui, ¿qué opinas de las que te acusan de ser una parásita?

Fno: ¿Qué voy a opinar? Que tienen razón, por supuesto, jajaja. ¿Qué malo hay?

M: Tus hermanas “novicidas” y tú infectáis células de mamíferos... ¿Estás orgullosa de provocarnos tularemia?

Fno: Por supuesto, no soy ningún alma caritativa.

M: Paqui, muchas compañeras tuyas tienen un sistema pseudoinmune CRISPR-Cas que consta de una biblioteca de fragmentos de DNA de fagos, vuestros enemigos víricos.

Fno: Así es. Es algo así como un historial médico de las enfermedades que vivimos en el pasado.

M: Cuentan que cuando el intruso os infecta de nuevo, echáis mano de ese historial y de las proteínas Cas para eliminarle.

Fno: ¿No es fantástico?

M: ¿No es más fantástico lo de tus hermanas y tú?

Fno: Por supuesto, jajaja. Una vuelta de tuerca.

M: El sistema para no ser infectadas os permite ser infectivas, ¿no?

Fno: Ay sí, es fabuloso. Nuestro sistema CRISPRs incorpora fragmentos del gen de nuestra lipoproteína. Cuando infectamos vuestras adorables células, silenciamos nuestro gen gracias a este sistema. Mejor permanecer calladitas, jajaja… De no silenciarlo, la lipoproteína nos delataría ya que sería detectada por vuestro sistema inmune.

M: Pero, ¿no te da miedo que vuestra estrategia se haya descubierto?

Fno: Estoy orgullosísima de que se sepa.

M: Pero, os pillarán…

Fno: Que hayan descubierto la estrategia no quiere decir que nos vayan a descubrir, querido.

M: Pero, Paqui, se abre una puerta a posibles vacunas…

Fno: Ay Marco, jajaja, eso está por ver. Sabemos callar cuando hay que callar, sabemos movernos con sigilo, sabemos escondernos de vosotros. ¡Somos tan ideales!

M: En fin… Muchas gracias, Paqui, por charlar con nosotros.

Fno: De nada, Marco. Cuídate.



Información tomada de: Eurekalert 
Imagen modificada de: Ojo Científico 
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26 abril 2013

A lomos de Job

Estaban por todas partes… En los lomos de los ñues azules (Connochaetes taurinus), en los cuellos de las jirafas (Giraffa camelopardalis), en las cabezas de los hipopótamos (Hippopotamus amphibius). Los picabueyes (Buphagus sp.) estaban por todas partes.

Una cameloparda de Serengeti llevaba a cuestas a un picabueyes piquigualdo (Buphagus africanus) y, algo más abajo, a uno piquirrojo (Buphagus erythrorhynchus).


Otra compañera era agraciada con la compañía de dos juveniles de picabueyes piquirrojo (Buphagus erythrorhynchus).


También pudimos ver a algunos de ellos caminando por un sendero, protagonizando escenas de corte cómico, dando quizás un respiro a los grandes mamíferos.


No está tan claro que la relación que comparten con sus anfitriones sea puro mutualismo. Si bien es verdad que se alimentan de sus parásitos, todo parece indicar que hacen leña del árbol caído y no dudan, por ejemplo, en hurgar en heridas y captar algo de sangre. Sea como fuere, aunque fueran las almas más caritativas del universo africano, se me antojan pesados, cansinos, frente a la estoica y admirable paciencia de sus hospedadores. 

15 abril 2013

El picudo de la pinza

Caía la noche. La sopa esperaba en la mesa pero habría de seguir esperando. La señora de la casa había descubierto un posible gorgojo de las malvas (Lixus angustatus) hacía unos segundos. El picudo curculionido se aferraba a una pinza de la ropa que había quedado olvidada en el tendedero horas antes. Como en casos anteriores, una vez terminada la sesión fotográfica, el gorgojo tuvo que abandonar el patio y, por ende, la casa. La señora dice siempre que si ha de elegir entre sus plantas y esos bichos inmundos que las asolan, la balanza se inclina hacia las primeras. Bueno… No lo dice pero lo deja meridiano que, para el caso, es lo mismo.

12 abril 2013

La hipnótica cameloparda

Serengeti nos dejó también los alargados recuerdos de las jirafas (Giraffa camelopardalis). Las de largas pestañas nos deleitaron durante el safari y, de hecho, su poder hipnótico provocó que fuéramos víctimas de un hurto por no atender nuestras pertenencias debidamente… Pero bueno, eso es otra historia…

05 abril 2013

Kijani na nyeusi

Serengeti no es sólo la llanura sin fin. Es imposible evocar su recuerdo sin vislumbrar algunos árboles y matorrales desperdigados.

Famosas son sus cinematográficas mgungas (Acacia tortilis) que alternaban con bellos troncos retorcidos cuya especie desconozco.


También desconocida es la especie de este ejemplar de Cisticola, primo hermano de nuestro buitrón (Cisticola juncidis).


Bastante singular nos pareció el árbol de las salchichas (Kigelia africana) cuyas hojas, flores y frutos parecen pirrar a muchos vecinos del lugar.


Entre sus asiduos parroquianos se encuentra al parecer el bulbul naranjero (Pycnonotus barbatus), de oscura careta como el turaco enmascarado (Corythaixoides personata).


Sombrío antifaz llevaba el alcaudón dorsigris (Lanius excubitoroides) y tenebroso disfraz vestía el alcaudón pío (Urolestes melanoleucus).


Algo de sombra ocular tenía el cucal cejiblanco (Centropus superciliosus) y negra era la ojera del sisón senegalés (Eupodotis senegalensis).


Como negro era el lomo de aquel chacal (Canis mesomelas) que se nos quedó mirando aquel día en Serengeti.

 

03 abril 2013

La corza volante

Restaban algunos minutos de la tarde de Viernes Santo para que hiciera su aparición el búho real (Bubo bubo) cuando inmortalicé una hembra de ciervo volante, digo de corzo volante (Capreolus capreolus), que cruzaba el cortado como una exhalación. Es ver la foto y acordarme de la banda sonora de E.T. 

01 abril 2013

Parches, remiendos y libertad

El pasado Viernes Santo, cumpleaños del artífice del trío de instantáneas que cuelgo hoy, se estiró como un chicle y nos brindó muchos momentos para el recuerdo…

En lo alto de la Muela, una cruz de piedra parecía recordarnos qué día era. Más allá de ella, se extendía un inmenso mapa de cultivos, caminos y pueblos; de parches y remiendos.


No me entusiasman en demasía las vistas panorámicas pero allí todo parecía diferente. Disfruté como un niño corriendo y recorriendo el borde del abismo, girando como las manecillas del reloj hacia un pasado perdido, vislumbrando un futuro cercano que olía, que sabía al concepto más puro de libertad.