27 febrero 2013

Bicho raro

Hoy hace cuatro meses de la boda de Willy Wonka. Cuatro meses... A veces parecen cuatro semanas, a veces parecen cuatro décadas. Todavía se oye el eco de una canción que se convirtió en la banda sonora de un día, de una nueva vida.


"Bicho raro" nació de la mano de Víctor y Felipe, a quienes estaré eternamente agradecido. Un buen día di con su web, tuGramola, y enloquecí. Supe sin ninguna duda que un tema a medida sería el regalo perfecto para ella. Del bicho raro para su bicho raro, del carbonero para el petirrojo. 

Condensar todo lo que quería decir era casi imposible pero aprobaron con nota. Y apenas dijeron nada cuando llegué al sumo grado de enloquecimiento y sugerí un colofón bastante peculiar... 

Tener nuestra propia banda sonora. Es raro, maravilloso, indescriptible. Gracias.

 


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25 febrero 2013

El cráter inabarcable II

En la caldera de Ngorongoro hervía la vida. La intermitente lluvia parecía activar a sus variopintos habitantes. Una alondra nuquirrufa (Mirafra africana) se desgañitaba sobre una roca mientras un ejemplar de archibebe común (Tringa ochropus) trajinaba de charco en charco.


También volaban, paseaban y revoloteaban varias avefrías coronadas (Vanellus coronatus). Más tranquilo parecía estar un empapado bisbita africano (Anthus cinnamomeus).

 

Paseaban también una elegante grulla real gris (Balearica regulorum), un pizpireto sisón ventrinegro (Eupodotis melanogaster) y un barbudo macho de avutarda de Kori (Ardeotis kori).

 
 
No todo era desfilar. Un cucal cejiblanco (Centropus superciliosus) estaba posado en el ramaje y un bello busardo augur oriental (Buteo augur) posaba de esta guisa. El busardo desconocía que su instantánea cerraría un texto y auguraría inminentes sorpresas en este rincón…

 

23 febrero 2013

El cráter inabarcable I

Se me antojó como un elegante gorrión (Passer domesticus), un gorrión con cresta y vestido de frac… No podíamos sospechar que, tras fotografiar a este pájaro ratón común (Colius striatus) en el alojamiento de Mto wa Mbu, aquel uno de noviembre nos tenía reservado un auténtico bioespectáculo.

 
Ngorongoro. El cráter más grande de la Tierra. Más allá de nuestros pies se revelaba inmenso. Inabarcable. La joya del safari.


Bajo el cielo plomizo, las nubes descargaban agua en algunas zonas de la caldera. Los secos pastos se iban a convertir en un dorado paisaje a disfrutar, donde ver búfalos cafres (Syncerus caffer) y ñues (Connochaetes taurinus).


Ñues de pie, ñues sentados, ñues revolcándose en el suelo.


Y, cómo no, ñues acompañados de cebras de Burchell (Equus burchelli).


Ngorongoro. Un refugio para el diezmado y esquivo rinoceronte negro (Diceros bicornis), al que también pudimos ver pero a gran distancia.

 
Un paraíso en el que no podían faltar las gráciles gacelas de Thomson (Eudorcas thomsonii), ni tampoco las de Grant (Nanger granti).


Herbívoros aquí, herbívoros allá; muchos de ellos siempre atentos, muchos de ellos siempre vigilados por sus temibles depredadores…

18 febrero 2013

Trompetas y retales de cielo

Hete aquí que estaba yo hace un rato en el patio de mi casa, presto a recoger la ropa seca de la cuerda, cuando la lejanía traía el inconfundible trompeteo que habría de interrumpir mi quehacer.

El escenario era incomparable. Una luna creciente se recortaba en un pequeño retal de cielo azul salpicado de algunas débiles nubes blancas. Más allá de los tejados, un bello gris vibraba con el clamor de las grullas (Grus grus). Al fin aparecían, después desaparecían. Buen viaje.

15 febrero 2013

Tierra de baobabs II

Tarangire no es sólo una sabana seca salpicada con baobabs (Adansonia digitata) que guardan agua celosamente en su tronco. Su río homónimo discurre por el parque y es lugar de reunión de cebras de Burchell (Equus burchelli), ñúes (Connochaetes taurinus) y elefantes (Loxodonta africana), un trío omnipresente durante todo el safari.

 
Precisamente varios paquidermos captaron nuestra atención en múltiples ocasiones. Fue espectacular verlos alimentarse, caminar o enlodarse a un puñado de metros.

 
 

En las orillas del Tarangire o en pequeños remansos de agua pudimos ver limícolas como la cigüeñuela común (Himantopus himantopus), el archibebe fino (Tringa stagnatilis), el correlimos menudo (Calidris minuta) y el correlimos tridáctilo (Calidris alba).


No sólo limícolas disfrutaban de la cercanía del líquido elemento. Un par de agapornis cabecinegros (Agapornis personatus) bebía ávidamente de un charco y un ave martillo (Scopus umbretta) nos veía pasar con el todoterreno, apostado en una piedra.


De manera curiosa nos miraban un pequeño dic dic de Kirk (Madoqua kirkii) y una de las numerosas y elegantes jirafas (Giraffa camelopardalis) del parque.


Tampoco nos quitaba ojo un macho de avestruz (Struthio camelus) que parecía buscar algo para echarse al buche, aunque no tengan, buche me refiero. Menos desafiante se mostraba una hembra cercana.

 

También de cuellos llamativos, aunque no por su longitud, nuestro objetivo captó una pintada común (Numida meleagris) y un francolín gorgiamarillo (Francolinus leucoscepus).


Otras aves fotografiadas fueron el avefría armada (Vanellus armatus), la tórtola senegalesa (Streptopelia senegalensis) y una hembra de toco piquinegro (Tockus nasatus).


Especialmente bonito me pareció el papamoscas plateado (Empidornis semipartitus). No puedo decir lo mismo de la carraca lila (Coracias caudata). Para más inri, a ésta le faltaba parte de la cola.


Tierra de baobabs, tierra de contrastes. Tarangire legó, a nuestro álbum, recuerdos grandes, como este impresionante termitero o este ejemplar de eland (Tragelaphus oryx)…


… y diminutos como los bellos abejarucos chicos (Merops pusillus).