05 febrero 2013

Improvisando

No me gusta nada improvisar pero, al parecer, es lo que funciona cuando nos juntamos mi cuñado y yo. Acostumbrados a no ver nada cuando maquinamos un plan pajarero, en la víspera de San Blas, decidimos poner rumbo a Fresno de Torote, o quizás a Daganzo, sin hacer siquiera caso a Marta la del GPS, que acabó hablando sola, infructuosamente… 

A duras penas, el fortísimo viento que asolaba la fresneda dejaba volar a los numerosos milanos reales (Milvus milvus) que surcaban el cielo. En los momentos en los que amainaba, los páridos jugueteaban entre las invernales ramas perseguidos por nuestro objetivo. Fue así como conseguí la hasta ahora mejor foto de mi querido carbonero (Parus major). Contento, aunque insatisfecho, picaré más alto para sustituirla por otra mejor… 


Lo que no se nos pasó por la cabeza fue lo fácil que nos iba a resultar ver avutardas (Otis tarda) ese día. Nos adentramos con el coche en un camino y, al cabo de unos minutos, varias cabezas asomaban entre los cultivos. Elegimos la mejor ubicación para observarlas e hicimos unas cuantas holoturiografías. 


Salimos del coche, sigilosos, autoengañándonos de que nuestro sigilo serviría de algo… Andamos unos cuantos metros por el camino con el propósito de acercarnos algo más. Cuando la suela de nuestras botas cruzó un puñado de micras la línea que separaba camino y cultivo, las más de tres docenas de avutardas emprendieron un corto pero seguro vuelo a una parcela cercana, pero algo más lejana. Y así fue como terminó nuestra excursión improvisada.


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