Hete aquí que estaba yo hace un rato en el patio de mi casa, presto a recoger la ropa seca de la cuerda, cuando
la lejanía traía el inconfundible trompeteo que habría de interrumpir mi
quehacer.
El escenario era incomparable.
Una luna creciente se recortaba en un pequeño retal de cielo azul salpicado de
algunas débiles nubes blancas. Más allá de los tejados, un bello gris vibraba
con el clamor de las grullas (Grus grus). Al fin aparecían, después desaparecían.
Buen viaje.
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