El mes de febrero toca a su fin en la región montañosa de Bükk (Hungría). También lo hace el letargo hibernal de los murciélagos enanos (Pipistrellus pipistrellus) y de los nóctulos medianos (Nyctalus noctula) que comienzan a revolotear en la cueva de Istallos-kói. Los tristes protagonistas de estas líneas son algunos de los primeros. Su estado físico es deplorable; su temperatura corporal, bajísima; sus movimientos, muy lentos. Son, en definitiva, presas fáciles.
Conscientes, quizás, de su delicada situación, los murciélagos enanos comienzan a chirriar para intimidar al personal. El plan siempre les ha funcionado ante la mayoría de sus depredadores. Sin embargo, uno de ellos les acecha fuera de la cuerva… Y está dispuesto a entrar.
A pocos metros, un carbonero común (Parus major) juega traviesamente entre las ramas de un árbol. Ha sido un invierno duro y tiene hambre. Va a tener suerte... Hace escasos segundos ha escuchado la señal que tanto ansiaba. Los sonidos procedentes de Istallos-kói no dejan lugar a dudas. Los murciélagos enanos han despertado…
Un grupo de sombras entra en la cueva. Los carboneros están a punto de mostrar su lado más siniestro. Uno de los quirópteros ve como sus compañeros más indefensos son capturados por los páridos. Algunos comienzan a devorar a los murciélagos enanos en la propia cueva. Otros se los llevan fuera para degustarlos segundos después. El enano peludo observa la escalofriante escena y confía en no correr la misma suerte. Un impacto en el patagio trunca sus deseos.
Tras derribar al murciélago, el carbonero comienza a picotear su cráneo. Así empieza el banquete.
Los científicos Péter Estók y Björn Siemers pudieron comprobarlo… No se trata de aves asesinas sino de aves hambrientas. No atacarían a los quirópteros si dispusieran de otro tipo de comida. Sin embargo, ya han disfrutado de este menú en muchas otras ocasiones… Existe ya un aprendizaje, una cultura… Saben que, cuando los murciélagos enanos intentan asustar, es porque están muy asustados…
Un grupo de sombras entra en la cueva. Los carboneros están a punto de mostrar su lado más siniestro. Uno de los quirópteros ve como sus compañeros más indefensos son capturados por los páridos. Algunos comienzan a devorar a los murciélagos enanos en la propia cueva. Otros se los llevan fuera para degustarlos segundos después. El enano peludo observa la escalofriante escena y confía en no correr la misma suerte. Un impacto en el patagio trunca sus deseos.
Tras derribar al murciélago, el carbonero comienza a picotear su cráneo. Así empieza el banquete.
Los científicos Péter Estók y Björn Siemers pudieron comprobarlo… No se trata de aves asesinas sino de aves hambrientas. No atacarían a los quirópteros si dispusieran de otro tipo de comida. Sin embargo, ya han disfrutado de este menú en muchas otras ocasiones… Existe ya un aprendizaje, una cultura… Saben que, cuando los murciélagos enanos intentan asustar, es porque están muy asustados…
Información tomada de:
Péter Estók, Sándor Zsebok and Björn M. Siemers. Great tits search for, capture, kill and eat hibernating bats. Biology Letters (1) 59-62 2010
Agradecimientos a Björn M. Siemers
Sonido tomado de: Animal Sounds Recording (Avisoft)
Imágenes y vídeo tomadoss de:
Wikipedia
Agradecimientos a Björn M. Siemers
Sonido tomado de: Animal Sounds Recording (Avisoft)
Imágenes y vídeo tomadoss de:
Wikipedia
Max Planck Society
Péter Estók, Sándor Zsebok and Björn M. Siemers. Great tits search for, capture, kill and eat hibernating bats. Biology Letters (1) 59-62 2010
Péter Estók, Sándor Zsebok and Björn M. Siemers. Great tits search for, capture, kill and eat hibernating bats. Biology Letters (1) 59-62 2010
0 comentarios:
Publicar un comentario