18 mayo 2013

Los aspavientos de un ebrio

a mi abuelo
dice el mochuelo: “voy, voy, voy…”

Nunca lo había visto tan cerca y la emoción llevó a que mis brazos empezaran a hacer aspavientos, a la vez que detenía el coche a escasos metros de él. Quizás si hubiera mantenido mis nervios a raya habría tenido la oportunidad de hacerle a aquel mochuelo (Athene noctua) la fotografía que rememora mi retina y no la que cuelgo. No pudo ser. Voló más allá de la valla y se agazapó en una roca salpicada de musgo. 

Es lo que tienen las rapaces nocturnas… Me emborrachan, me embriagan.



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