Cuando los efectivos policiales se enfrentan a un asesino en serie, se hace preciso desentrañar el perfil geográfico que lo caracteriza. En la mayoría de los casos, los movimientos del criminal responden a un patrón espacial que favorece su detención. Sin embargo, conseguir este propósito se convierte una tarea ardua que transcurre contrarreloj… La próxima víctima ya toma forma en la compleja mente del homicida.
El comportamiento del asesino a la hora de matar es muy similar al que presenta el abejorro Bombus terrestris cuando busca su alimento. Este insecto himenóptero visita aquellas flores que se encuentran en un radio relativamente cercano de su colmena. Curiosamente, no se nutre de aquellas localizadas en sus inmediaciones, evitando así que parásitos y depredadores descubran donde se encuentra su morada.
Igualmente ocurre con el asesino en serie. Su “área de campeo” suele estar en las proximidades de su domicilio pero establece una zona de seguridad, en la que no comete sus crímenes. Esta estrategia le permite salvaguardar su inocencia frente a familiares, vecinos y conocidos.
Tales similitudes hacen pensar a criminólogos y biólogos del comportamiento que el estudio de patrones comportamentales de animales como el abejorro y su aplicación a casos de asesinatos en serie y otros delitos, puedan hacer parar a tiempo la temible cuenta atrás que lleva a un nuevo asesinato.
Fotografía tomada de: Fotonatura (Elsa Martín de Rodrigo López)
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