Bien podrían ser satélites, naves o cualquier otro tipo de engendros espaciales lo representado en la imagen superior. Nada más lejos de la realidad. Si les atraía más el tema sideral que lo que viene a continuación, no desesperen. Al menos, el asunto que traigo hoy presenta cierto tinte galáctico.
La susodicha imagen refleja el prólogo molecular de una enfermedad pandémica: el SIDA. En ella, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) interacciona mediante la glicoproteína 120 con el receptor de CD4, localizado en la membrana celular del linfocito T. Acto seguido y de manera irremediable, las puertas del sistema inmune se abren de par en par ante este amo y señor vírico.
Congelemos esta imagen momentáneamente y centremos nuestra atención en uno de los colectivos más importantes del ejército inmune: los anticuerpos. Pertenecientes a la superfamilia de las inmunoglobulinas, estos polipéptidos son capaces de reconocer moléculas extrañas con una altísima especificidad. Para hacer frente a infecciones bacterianas de organismos como Salmonella o Escherichia coli, contamos con un auténtico arsenal de anticuerpos anti-Gal. Estas inmunoglobulinas reconocen la galactosa constituyente de elementos glucídicos que aparecen en la superficie de los citados patógenos. La interacción de esta galactosa con los anticuerpos anti-Gal desencadena una cascada inmunológica que acaba con estas bacterias indeseables.
Vistas ya todas las piezas que nos hacían falta, armemos el rompecabezas… Un equipo de investigadores del Karolinska Institute han diseñado un ingenioso nanoadaptador digno de aparecer en las trasnochadas teletiendas. En uno de sus extremos, presenta una estructura que imita a la región del receptor de CD4 a la que se une la glicoproteína 120. En el extremo opuesto, se encuentra el carbohidrato bacteriano con el monosacárido galactosa a la cabeza. Como se ve en el esquema inferior, el adaptador bloquea al VIH y atrae la respuesta inmunitaria hacia él.
En ensayos efectuados por este grupo sueco, la aplicación del adaptador a un cultivo de células humanas con el VIH en suspensión redujo en casi un 90% la tasa de infección. Pronto comenzarán los experimentos en roedores infectados con VIH. Por el momento, la cosa promete.
Información tomada de: NewScientist
Fotografía original tomada de: Internet Ray Tracing Competition
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