11 junio 2013

Los abejarucos del allozar

Vivir en un palacete a las afueras de Madrid tiene muchas ventajas... Una de ellas es acercarte, en menos de un cuarto de hora, a alguna de las tierras de la familia de la señora de la casa. Y si esa tierra, hogar de almendros (Prunus dulcis), es sobrevolada por mis queridos abejarucos (Merops apiaster), la ventaja se convierte en deleite.

A la sombra de un olivo (Olea europaea) se hizo más cómoda y discreta el principio de una investigación de nidos y posaderos que espero dé sus frutos con el tiempo. Mientras tanto, me llevo en la mochila este trío de fotos y el eco de uno de los más bellos reclamos.


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