Feliz año… Fue lo primero que dije la mañana de ayer al llegar a la estación de anillamiento del Borbotón (Brihuega, Guadalajara). Desde el verano anterior no pisaba por allí…
Como viene ocurriendo en lo que va de año, mal año, el número de capturas fue bastante modesto. Recordad que, como siempre, podéis ver las crónicas anteriores así como la de ayer en el blog del Grupo de Anillamiento Aegithalos.
Sin embargo, la escasez de aves no impidió disfrutar de una mañana agradable y entretenida, donde no faltaron los chascarrillos, las risas y las conversaciones filosóficas... Uno de los pajarillos anillados fue este ejemplar de verdecillo (Serinus serinus) que retraté con la cámara.
El otro inmortalizado fue este joven arrendajo (Garrulus glandarius). Que no les lleve a engaño esta instantánea en la que parece que el garrulo sonríe plácidamente de manera hipnótica. El córvido, como no podía ser de otra forma, no cesó en sus graznidos ni un momento. Lo de la foto es, por tanto, una ilusión óptica, pura ciencia ficción.
Como viene ocurriendo en lo que va de año, mal año, el número de capturas fue bastante modesto. Recordad que, como siempre, podéis ver las crónicas anteriores así como la de ayer en el blog del Grupo de Anillamiento Aegithalos.
Sin embargo, la escasez de aves no impidió disfrutar de una mañana agradable y entretenida, donde no faltaron los chascarrillos, las risas y las conversaciones filosóficas... Uno de los pajarillos anillados fue este ejemplar de verdecillo (Serinus serinus) que retraté con la cámara.
El otro inmortalizado fue este joven arrendajo (Garrulus glandarius). Que no les lleve a engaño esta instantánea en la que parece que el garrulo sonríe plácidamente de manera hipnótica. El córvido, como no podía ser de otra forma, no cesó en sus graznidos ni un momento. Lo de la foto es, por tanto, una ilusión óptica, pura ciencia ficción.
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