Unos días de después de conocer a la
familia de colirrojos tizones bubillos, tuve el placer de ver a otra de origen cántabro.
Una madre y su polluelo protagonizaban una tierna escena en la que mamá, algo
harta del pequeño, soportaba impasible los graznidos del retoño.
Y es que, el joven colirrojo tizón
(Phoenicurus ochruros), ya talludito, parecía vivir a la sopa
boba y ser fiel estandarte de la generación “nini”. Aunque quizás su futuro esté
en las pasarelas porque posar posaba como nadie.
A mi juicio, no le
había faltado de nada al muchacho. No era difícil imaginarse a la madre de aquí
para allá, presurosa, para alimentar a su hijuelo. Haría cualquier cosa por él. Cualquier cosa... Hasta levitar
la vi.
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