Moradora de las aguas del lago Mono (California, EE.UU), la procariota emplea el letal arsénico en sustitución del fósforo en muchas de sus biomoléculas, gracias a las propiedades químicas semejantes que poseen ambos. Eso sí, sólo recurre a esta estrategia cuando no le queda otro remedio, que la susodicha será extravagante pero no tonta. Surge ahora la incógnita de que pueda existir algún tipo de organismo en el que el fósforo no tenga cabida.
Volviendo a nuestra protagonista, lo más probable es que se trate un fósil viviente, testigo de una biosfera primitiva y reo, ahora, de un ambiente extremo. En cualquier caso, esta reliquia microbiana nos abre las puertas a un biocosmos diferente y hace plantearse, a los que no se lo planteaban, si cuando buscamos vida más allá de nuestro planeta nos ceñimos demasiado a los credos preestablecidos.
Realmente triste sería que todo este artículo se basase en una investigación insostenible e incapaz de sostener sus conclusiones... Por ello, te recomiendo que leas la segunda parte de esta historia.
Información tomada de: Eurekalert
Imágenes de fotomontaje tomadas de: Los Angeles Times y Madrimasd
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