Era el principal sospechoso… Muchos pacientes con trastornos relacionados con la capacidad de locución tienen disfunciones en el gen Foxp2. Estaba en el punto de mira.
Investigaciones recientes han concluido que la proteína generada a partir de la variante humana de dicho gen actúa como un interruptor molecular que controla la expresión de más de un centenar de genes, activándolos o inhibiéndolos. Tal orquesta deriva en un patrón de expresión génica que se comporta como los cimientos moleculares sobre los que se asienta la capacidad de comunicación verbal de nuestra especie.
En el genoma de otros primates, Foxp2 también está presente. Sin embargo, estos animales carecen de dicha capacidad. La clave se encuentra en la secuencia génica de Foxp2. En la especie humana (Homo sapiens) el gen está mutado, generándose una proteína que varía en dos aminoácidos, respecto al péptido original. Cuando se produjo la mutación, hace medio millón de años, nuestra variante mutada pasó a intervenir en los procesos de cognición y de motricidad, así como en el desarrollo cerebral, facial y faríngeo. Se produjo, en definitiva, un caldo de cultivo que hizo germinar nuestra capacidad lingüística. Sin embargo, Foxp2 no fue la única pieza en este rompecabezas evolutivo. El gen requirió de la colaboración de cómplices.
Foxp2 es un gen que nos permite explicar la paradoja de por qué los genomas de especies muy diferentes resultan ser similares al secuenciarse. Supongamos que dicho gen, o cualquier otro, actúa sobre un número arbitrario de genes, constituyendo éstos una imagen a modo de mosaico. El patrón de expresión forjado podría generar diferentes figuras, diferentes respuestas, en función de quién lleve la batuta. Al fin y al cabo, la riqueza de los genomas no sólo reside en el número de genes y de variantes de éstos que alberga sino en cómo interactúan entre sí.
Información tomada de: NewScientist
Investigaciones recientes han concluido que la proteína generada a partir de la variante humana de dicho gen actúa como un interruptor molecular que controla la expresión de más de un centenar de genes, activándolos o inhibiéndolos. Tal orquesta deriva en un patrón de expresión génica que se comporta como los cimientos moleculares sobre los que se asienta la capacidad de comunicación verbal de nuestra especie.
En el genoma de otros primates, Foxp2 también está presente. Sin embargo, estos animales carecen de dicha capacidad. La clave se encuentra en la secuencia génica de Foxp2. En la especie humana (Homo sapiens) el gen está mutado, generándose una proteína que varía en dos aminoácidos, respecto al péptido original. Cuando se produjo la mutación, hace medio millón de años, nuestra variante mutada pasó a intervenir en los procesos de cognición y de motricidad, así como en el desarrollo cerebral, facial y faríngeo. Se produjo, en definitiva, un caldo de cultivo que hizo germinar nuestra capacidad lingüística. Sin embargo, Foxp2 no fue la única pieza en este rompecabezas evolutivo. El gen requirió de la colaboración de cómplices.
Foxp2 es un gen que nos permite explicar la paradoja de por qué los genomas de especies muy diferentes resultan ser similares al secuenciarse. Supongamos que dicho gen, o cualquier otro, actúa sobre un número arbitrario de genes, constituyendo éstos una imagen a modo de mosaico. El patrón de expresión forjado podría generar diferentes figuras, diferentes respuestas, en función de quién lleve la batuta. Al fin y al cabo, la riqueza de los genomas no sólo reside en el número de genes y de variantes de éstos que alberga sino en cómo interactúan entre sí.
Información tomada de: NewScientist
5 comentarios:
Marco:
Este descubrimiento del gen Foxp2 y sus interacciones tiene implicancias fantásticas en la comprensión de por qué somos lo que somos y cómo llegamos hasta aquí.
Es la primera vez que entro a tu blog… pero me parece bueno, sobre todo la sección de artículos… además yo también tengo una cierta afinidad por las aves, aunque las de España están muy lejanas…
Te agendaré entre mis Blogs favoritos
Muuuuy interesante, como siempre!!!
Que buenos los dibujos!!! parecen cartulinas de bingo, donde solo una conjugación tiene premio... Pensando en esto, la genética es el más emocionante y bello juego de azar, donde el premio es sobrevivir...
No dejes de enseñarnos cosas dóctor!
Un abrazo
Paroaria,
Me alegro mucho que te haya gustado el tema del artículo así como la sección en general. Me he pasado por tu blog... Podrías poner fotillos de los aves de tu tierra. ¿De dónde eres exactamente?
Un saludo.
Marco
Aye Aye,
Cuando estaba ideé el dibujillo que ilustra el artículo me pareció sumamente explicativo a la par que sencillo. Cuando lo estaba haciendo, pensé: "parece un cartón de bingo". Dos personas no pueden estar equivocadas. Tiene que ser un cartón de bingo. Qué poético te has puesto luego, ¿no?
Por cierto, al terminar el artículo me acordé de vosotros, de los oteadores de mierdas... Los genes son como las especies en los ecosistemas. La biodiversidad de estos no sólo queda establacida por las especies que lo constituyen, sino también por la intrincada y variopinta red de relaciones que se establecen en cada una de ellas y entre ellas.
Un abrazo.
Marco
Ok. Me parece buena idea, así que te debo fotos... pero trataré de agregarle algo que las contextualize, lo que si te pido es muuuuucha paciencia, porque es escasísimo el tiempo que tengo para dedicarle al blog... pero esa idea me viene dando vueltas desde que lo ini´cié.
Soy de una región al norte de la pcia de Santa Fe en Argentina, una región llamada cuña boscosa santafesina, que es la parte más meridional del Chaco, una zona de otrora espesos bosques subtropicales ...
No me olvidaré de mi deuda... o me agendas en tu blog o te envío un aviso cuando publique algo.
Nos mantenemos en contacto.
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