01 julio 2009

Jugar a las siete y media

Hace casi un año, unos turistas encontraron una osezna (Ursus arctos) malherida en una cuneta del Parque Natural de Somiedo (Asturias). Tiempo después, tras su recuperación, una pregunta inevitable desató gran polémica. ¿Conservar en cautividad una osa huérfana o intentar ganar una hembra reproductora? La disyuntiva era compleja ya que la segunda opción, aunque sugerente, requería echar mano de un protocolo de actuación no escrito, inexistente.

En noviembre de 2008, Villarina, la plantígrada de nuestra historia, fue puesta en libertad. El seguimiento de la esbarda se acometió a diario, gracias al esfuerzo y a la colaboración de la Fundación Oso Pardo, el FAPAS, el Principado de Asturias y la Universidad de Oviedo. Los participantes de este reto se vieron inmersos en un curso práctico improvisado que contaba con un objetivo claro: su modus operandi debía llegar a buen puerto…


A fecha de hoy, se puede concluir que la reintroducción de Villarina ha sido un éxito. De hecho, se antoja como un modelo que quizás pueda extrapolarse a otros contextos... ¿Podría funcionar en otras situaciones y con otras especies? ¿Y si fracasáramos? ¿Cuál es el riesgo que corremos cuando la especie está en peligro de extinción y su tasa poblacional es ínfima? ¿Es ético, desde el punto de vista de la biología de la conservación, extraer individuos de sus hábitats, incrementar su número mediante programas de conservación “ex situ” y devolverlos a la naturaleza? ¿Es lícito llevar a cabo estos protocolos, independientemente del grado de gravedad de la situación? ¿Debemos dejar que el medio natural se encargue de arreglar nuestros desaguisados? Al hilo de esto, expongo dos ejemplos relacionados, a modo ilustrativo.

Recientemente, la Junta de Castilla y León, cedió varios huevos de urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus) al centro de cría en cautividad que se encuentra en el Parque Natural de Redes (Asturias). La pasada semana, dos de ellos eclosionaron. Desde entonces, los pollos han sido sometidos a cuidados constantes. Si todo transcurre según lo previsto, pronto nacerán más urogallos en cautividad a partir de otros huevos procedentes tanto de León como de otras localizaciones de la cornisa cántabrica. El objetivo es, como se está haciendo en el caso del lince ibérico (Lynx pardina), engrosar la lista de efectivos.


El otro ejemplo tiene que ver con el citado felino. El miércoles pasado, la Unión Europea premió el primer Programa Life para la Conservación del Lince Ibérico (2002-2006) como uno de los cinco mejores en esta categoría. Impulsado por la Junta de Andalucía, el proyecto recibió el apoyo de instituciones, organizaciones no gubernamentales, agricultores, ganaderos, científicos… A la luz de la siguiente figura, en la que se reflejan los principales logros alcanzados, tal cooperación no ha sido en vano.


Brezo, Dama, Elfo… Son algunos de los cuarenta cachorros nacidos gracias al Programa de Cría en Cautividad en los últimos años. Algunos, como la hembra Castañuela, son ya individuos reproductores. En este caso, el proyecto progresa adecuadamente aunque queda por ver si se consigue reintroducir con éxito al felino en los próximos años. No obstante, los buenos resultados cantan y, si el primer programa estuvo financiado con 9,2 millones de euros, su secuela, vigente hasta 2011, está respaldada con 26 millones.

Una osezna asturiana, dos pollos de urogallo y un galardón merecido. Titulares de prensa de la semana pasada que esconden una realidad compleja y un halo de esperanza al final del túnel. No podemos permitirnos fallos. ¿Nos cruzamos de brazos? ¿Arriesgamos? Es como jugar a las siete y media pero en serio.



Información tomada de:
El Mundo
Público
La Nueva España

Imágenes tomadas de:
FAPAS
Efe
Programa de Conservación Ex_Situ

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias doctorrr por toda la información y por las referencias en prensa...
Hay que estar atentos, porque nos venden unos resultados excelentes de proyectos multimillonarios y con mucha repercusión mediática de cara a la galería, pero... ¿de que sirve críar linces o urogallos en auténticas "granjas de especies protegidas", para que al liberarlos sean atropellados una y otra vez en la carretera de El Rocio-Villamanrique de la Condesa, o Matalascañas-Almonte (los linces), o para que vean reducido su territorio a una mancha cada vez más reducta de bosque atlántico rodeado de cortafuegos y pistas forestales (los urogallos)?...
en mi opinión: ¿conservación ex situ?, solo como última opción, y siempre respaldada por una adecuada conservación del hábitat y de los procesos ecológicos que mantienen a la especie (lo demás es tirar el dinero)...

Marco de Mesa Cáceres dijo...

Muchas gracias por tu comentario. Sabía que escribirías algo...

Discrepo de ti en que se utilicen los programas ex situ como última opción. Cuanto menos individuos queden de una especie, mayor será el peligro de que la balanza se incline a favor de la extinción.

En mi opinión, estos programas se están apoyando con otras medidas para restaurar y expandir en lo posible los hábitats de estas especies.

Un abrazo.

Marco

Anónimo dijo...

Jejeje... como sabías que iba a escribir algo, eh?... es que estos temas me pueden... solo digo que no deberíamos llegar al extremo de tener que recurrir a la conservación ex situ...
Gracias por tocar estos temas... Aunque también son muy interesantes los temas de biología molecular, sobre todo cuando se explican de forma amena... prometo dejar algún comentario también... ;)
Un abrazo