Partículas juguetonas de ADN, son los transposones;
secuencias repetidas que generan autoclones.
De los dos nuevos gemelos, uno sigue brincando
y el otro, de momento, quedase mirando.
Si aterriza en barbecho no ocurre nada
mas como sea en un gen, tenémosla liada.
Para que el gen funcional sea, en la línea germinal,
activar debe la célula un sistema policial.
Cual caballeros de la mesa molecular,
entran, en juego, un trío proteico y su capitán.
Cuando el bandido, transcríbese a RNA
es bloqueado y silenciado por un piRNA.
Aunque complementa con su rival e interfiere en su actividad,
el capitán es ayudado por la triple hermandad.
Piwi dales el nombre; Alcachofa, el humor
y el tercero, Argonauta, infúndeles valor.
Cuando actúan los cuatro ases, el transposón queda anulado;
así tiene la descendencia su futuro asegurado.
En la mosca del vinagre, ya veremos donde más,
el peligro también viene por la puerta de atrás.
En las células somáticas del ovario del insecto,
cuenta el transposón con un plan casi perfecto.
Como si fuera el virus de la gripe porcina,
el malvado encapsulase e infecta células vecinas.
Apodado aquí como “Gitano”, enfrentase el malhechor
a una versión mejorada del capitán vengador.
Nacido en el locus flamenco y con Piwi como fiel escudero,
piRNA de nuevo acaba con el molesto bandolero.
Y así acabase la historia de esta batalla singular,
mas no olvidemos que resta un gemelo sin matar.
15 mayo 2009
El cantar del piRNA
Les invito a disfrutar de esta música mientras leen lo que viene a continuación...
A veces, más de las que creemos, nuestras células convierténse en el escenario de divertidas batallas moleculares. Por un día, disfrazome de juglar para glosarles una de ellas…
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