Ya no se la ve pero, en el mes de abril, fue asidua convidada del corral. Como si fuera el relevo de la mismísima Cenicienta, la impresionante araña de la foto podía verse desde medianoche. Discreta como ella sola, se cuidaba mucho de ser fotografiada. Varias fueron las veces en las que la dama noctámbula se dio a la fuga, quedando sin inspiración el objetivo. Una noche accedió a posar un instante. Fue el preludio de una de sus últimas huidas.
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