No hace ni una semana me encontraba a la deriva, intentando ignorar un más que posible naufragio. Cual cantos de sirena, el eco de las olas que rompían a orillas del anhelado nuevo hogar inundaba mis neuronas, manteniéndome alejado de mi cuaderno de bitácora. Fue entonces cuando, repentinamente, viró el viento y cambié el rumbo. Proa se hizo popa y popa se hizo proa, y todo lo que valía para ayer ya no valía para mañana, y la turbulenta tranquilidad mudó a delicioso oleaje. Y entonces, en silencio, el vuelo de un puñado de gaviotas me señaló donde estaba tierra y agarré el timón con fuerza.
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Imagen original tomada de: Digital Art by M.R.M.
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