Para cualquier ser vivo, sintetizar biomoléculas conlleva un coste asociado. Por ello, el reciclaje de las unidades que las conforman siempre está activo. Valga por caso una bacteria dada... La susodicha procariota no puede permitirse el lujo de secretar a la inmensidad de su medio ambiente una proteína que esté constituida por una cadena de costosos aminoácidos, si cabe la posibilidad de confeccionar otra con idéntica funcionalidad y eficiencia que esté compuesta por aminoácidos menos valiosos. Por tanto, las bacterias de hoy son las descendientes de las austeras de ayer, de las ahorradoras, de aquellas que procuraron conservar dentro de sus membranas los aminoácidos más preciados. La selección natural obró para que así fuera, salvando a las más eficaces, energéticamente hablando, y nominando a las carentes de dicha ventaja adaptativa. Testigos desde los albores de la vida, si nuestros cuentacuentos ribosomales hablasen…
Imagen tomada de: Royal Society of Chemistry