21 julio 2012

Una cernícala en el tejado

a Dani, Vane, Capitán Garri y Miguelón.

No sé por qué pero no enfocaba. Lo intentaba una y otra vez desde la ventana que se abría a mi antiguo hot-spot. Una pequeña rapaz utilizaba como posadero el extinto sauce que tantos buenos ratos me había brindado. Había en sus ramas un gorrión (Passer domesticus), un puñado de pinzones (Fringilla coelebs), dos lagartos ocelados (Lacerta lepida) e, incluso, uno de nuestros queridos autillos (Otus scops). Pero no, yo estaba obsesionado con mi rapaz desenfocada…

Y entonces me he despertado, me han despertado. Pero no han sido ni los gorriones ni las descargas del colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) que me enseñó a identificar Capitán Garri. Era otro pajarillo…

Tres horas después, colocaba la fruta que habíamos comprado hacía un rato cuando volvía a oír de nuevo al pajarillo… Sigilosamente, me asomaba a la ventana y veía una silueta extraña. Hora de sacar la recién estrenada cámara y el objetivo...

Y ahí estaba esperándome. Una hembra de cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), en un tejado vecino. Sin embargo, no era ella quien emitía el recurrente reclamo. Ella era la atenta madre de quien lo entonaba, más allá de tejas y canalones, fuera de mi alcance.

A primera hora de la tarde, estaba de nuevo en el mismo tejado, en la misma retina, en la misma tarjeta SD.



Equipo:
Canon EOS 60D
Canon 100-400 mm f4.5-5.6 EF L IS USM

Imagen recortada y retocada en PhotoShop

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